¿Con las doctrinas de maestro?
Por: Dr. Pedro Pablo Rodríguez

Pedro_Pablo_RodriguezNadie duda que con las doctrinas martianas en el corazón, y también en la mente, marcharon al combate los asaltantes a los cuarteles Moncada y Céspedes. Con las doctrinas del Maestro ha marchado la historia de la Revolución Cubana, y desde ellas este país ha avanzado por el rumbo socialista.

Los duros años del llamado período especial, cuando se desplomó el socialismo y la nación cubana tuvo que sobrevivir bajo condiciones muy difíciles y a veces casi sin esperanzas, han estremecido a la sociedad insular, y han modificado muchas de sus características anteriores. Quizás el cambio más significativo y de mayores efectos a mediano y a largo plazo, más que la grave crisis económica de la que aún no se emerge a plenitud, es el ocurrido en la mentalidad y en los valores de ciertos sectores sociales.

La lucha por la sobrevivencia puede ser heroica, y de hecho lo ha sido en estos años para una mayoría de los cubanos. Pero también ha estimulado esa lucha por la sobrevivencia un renacer con cierta fuerza del individualismo junto con el afán del consumo por cualquier vía y a cualquier costo.

No nos llamemos a engaño, no escondamos la cabeza como el avestruz y reconozcamos que ciertos principios morales se han lesionado desde entonces. Quizás no podía ser de otro modo ante la debacle del campo socialista europeo y de la URSS, y la pérdida de legitimidad de la doctrina marxista para grandes mayorías. Los valores están sometidos a un fuerte y continuado asedio, a tal grado, que no son pocos los que exhiben descarada y provocativamente esas carencias. Tiempo atrás eso nos parecía imposible, y, por suerte, ello escandaliza todavía a una mayoría que aún se mantiene fiel a los valores esenciales, cumple con sus deberes sociales, como el trabajo, mantiene una fuerte conciencia patriótica y antimperialista, y practica una solidaridad sistemática con otros pueblos.

Tal ataque contra los valores humanistas, de solidaridad y del socialismo parte de dos fuentes esenciales: la una, externa, se infiltra lo mismo con sutileza que abiertamente, y se sostiene en la servidumbre ante los intereses a Estados Unidos; la otra fuente está dentro del país, en las propias grandes dificultades creadas después de 1990, que se han mantenido durante demasiado tiempo. Ambas fuentes se combinan mediante incontables fórmulas, pretenden tomar las calles, y han hecho surgir ciertas capas de beneficiados que oponen absoluta resistencia a cualquier intento de ponerle coto. La lamentablemente extendida corrupción, que ha sabido aprovecharse del oportunismo, del burocratismo y de la obsolescencia de mecanismos gastados —hoy los firmes aliados de esa corrupción—, disuelve los valores y amenaza la propia existencia del socialismo y hasta de la patria libre, como ha señalado Raúl Castro.

Versión completa: click aquí