Un mensaje martiano sobre Cultura y Economía

Por: Armando Hart Dávalos

Es ya una tradición que cada año se reúnan en La Habana prestigiosos economistas y políticos de las más disímiles orientaciones y escuelas para debatir sobre temas económicos.

En un mundo donde los descubrimientos de la ciencia y los avances tecnológicos registran un ritmo vertiginoso, va adquiriendo carácter de necesidad determinar el peso de la cultura en el desarrollo económico. Ello constituye el fundamento para elaborar el pensamiento que nos permitirá encarar con éxito los desafíos políticos y filosóficos que nos presenta el siglo XXI. Se está exaltando mucho la tecnología de punta, y ello es correcto, pero estamos urgidos de comenzar a subrayar también la necesidad de un pensamiento filosófico de punta.

Probar la importancia de la cultura en la economía es un compromiso ineludible con Ernesto Che Guevara. Esto se entrelaza con el tema que con tanta objetividad planteó el Che, el de la subjetividad, y para llevar a cabo este análisis hay que partir de la cuestión cultural y su influencia en la historia del hombre. Es el tema que quedó pendiente en la historia de las ideas socialistas durante el siglo XX.

En la historia de las civilizaciones, el robo y la tergiversación de la cultura han sido la maniobra principal de los explotadores de todos los tiempos para imponer sus intereses egoístas. Fragmentar el conocimiento de la realidad en compartimentos estancos y concebir la cultura como adorno limitándola a sus expresiones artísticas y literarias ha formado parte de esa operación de escamoteo. Si esto no se entiende, no se entiende la esencia del problema.

Solo un enfoque totalizador de la cultura, apreciada como segunda naturaleza, la creada por el hombre, nos permite valorar científicamente su papel en el desarrollo social e histórico y su relación con la economía y la sociedad.

Hoy resulta indispensable ir a la génesis antropológica y al análisis de su evolución histórica, así como realizar estudios económicos concretos, que nos ayuden a mostrar fehacientemente que la cultura es el factor más dinámico de la historia económica del mundo y en especial de la que estamos viviendo.

Esta visión cultural integradora nos llega también a través de la tradición educacional cubana que es universalmente aceptada hoy y como tal la sostiene la UNESCO. Ello le permite a esta institución destacar que la cultura es el sector que desarrolla más amplias relaciones con todos los campos de la vida social.

Me parece oportuno insistir en la idea de que la influencia de la cultura es de tal dimensión económica que resulta imposible medirla por métodos convencionales. Los métodos contables tradicionales no pueden registrar toda la magnitud del fenómeno. Sería como medir los espacios infinitos del universo con cinta métrica.

En nuestros días, el carácter social de la producción ha adquirido una dimensión muy superior y sigue creciendo a escala mucho mayor que la registrada durante el siglo XX.