Novelar sobre una personalidad histórica que alcanza la categoría de mito a escala continental constituye siempre un gran riesgo. El narrador costarricense Miguel Calderón asume este necesario camino de ficcionalizar la vida de un héroe que pertenece, no solo a Centroamérica y el Caribe: Antonio Maceo Grajales.
La contemporaneidad permite acercarnos a la historia de muchas formas posibles: a través de las artes plásticas, de las realizaciones audiovisuales o de la literatura, además de los libros de historia y los textos para la enseñanza. Todas las maneras de aproximarnos a nuestras raíces pueden ser válidas.
No creo que el autor de La Mansión[1] se haya propuesto desmitificar al gran mito que constituye Antonio Maceo, sino humanizarlo, es decir, hacerlo más cercano a la sensibilidad de la contemporaneidad.
Este no es un libro de texto para la asignatura de Historia de Centroamérica y el Caribe, desde luego; pero sí puede considerarse como una vía complementaria para acercar un grupo de acontecimientos históricos a los lectores. Acontecimientos históricos y significativas historias de vida que condicionaron los puentes que existen entre Centroamérica y el Caribe, entre Cuba y Costa Rica.
A través de seis capítulos se describe el paso de Maceo y numerosas familias cubanas por la geografía costarricense a través de la ruta establecida en ese entonces: Puerto Limón, San José, Puntarenas, Nicoya. Múltiples imprevistos suceden a lo largo del recorrido. Realidad y ficción se unen para dibujar las peripecias de los viajes azarosos por una accidentada geografía del siglo XIX.
Es la crónica de los viajes a La Mansión donde se conjugan pasado y presente, es decir, siglo XIX y XXI se van entrelazando armónicamente en la narración. En este itinerario se recrean —con lujo de detalles— en múltiples ocasiones las leyendas de los pueblos originarios de las regiones por donde van transitando los personajes. Este no es solamente un acercamiento al mundo de Maceo y al de las familias cubanas que se instalaron en Nicoya. Es también un encuentro con las raíces más auténticas de la cultura costarricense: sus hábitos, platos típicos y el sincretismo religioso propio de la región.
Asimismo, el contexto sociopolítico de la época se desliza sutilmente en la narración. El lector podrá corroborar, por ejemplo, las presiones españolas de que fue objeto Antonio Maceo y su proyecto en Nicoya durante la estancia en Costa Rica.
Numerosos acontecimientos históricos van emergiendo a través de la ficción fruto de la profunda investigación previa realizada por el autor, por ejemplo, el atentado a Maceo en las calles de Costa Rica es de esos momentos en la novela que son reconstruidos con profunda credibilidad ante el lector. Para todos los que hasta este momento solo conocíamos la noticia (o el acontecimiento) del atentado a la salida de una función teatral, ahora aquí aparece reconstruido a través de la ficción. Este es uno de los pasajes mejor logrados —narrativamente hablando— en la novela.
Descripciones hiperbólicas por momentos y grotescas en otros, van matizando la acción que la convierten en un texto oportuno para adentrarse en el universo de Antonio Maceo en Costa Rica.
[1]La Mansión, de Miguel Calderón Fernández. Editorial Kamuk, Asociación de Escritores y Editores de Pérez Zeledón, Costa Rica, 2018.