José Martí escribió: “Con los pobres de la Tierra / Quiero yo mi suerte echar”. Esta aspiración que el Héroe Nacional de Cuba cumplió irrevocablemente cuando ofrendó su vida en el campo de batalla, el Papa Francisco la está llevando a cabo con su sacerdocio que no deja de ser, de cierta forma, una batalla.
Martí puso en un lugar cimero de la sociedad a los niños, a los que calificó como “la esperanza del Mundo”; a ellos dedicó gran parte de su obra, en la que se expresa que los niños deben ser protegidos. Así mismo Su Santidad aboga por la protección de los más frágiles, entre los que destaca a los niños.
El más universal de los cubanos hizo verdadero voto de pobreza, despreciando cualquier beneficio material que su posición como delegado del Partido Revolucionario Cubano pudiera proveerle. Nunca tocó para sí mismo un centavo del dinero que para la guerra se recaudaba entre los patriotas. En uno de sus poemas escribió: “Mi pan rebano en solitaria mesa”.