Vindicación a las Convivencias de El Viajero
Por: Lic. Mayra Beatriz Martínez

Mayra_BeatrizMe ha llegado su «Impugnación» al Premio Nacional de Ensayo “Alejo Carpentier” —recibido por mi libro Convivencias de El Viajero. Nuestra América desde los márgenes—, la cual, hasta dónde sé, ha dado a conocer vía cubaencuentro.com. Realmente es difícil dar respuesta a una carta tan injustificadamente airada, amarga y confusa como la suya, plagada, además, de alusiones extra académicas. Trataré de dejar en lo posible a un lado insultos y otros adornos, para irme al meollo de sus acusaciones —si pudieran considerarse así.
Cree que yo sigo su “obra” y la realidad es muy distinta: no la conozco en absoluto y, por lo que a usted respecta, solo a raíz de esta “impugnación” es que me llegan datos de su persona. Espero disculpe la franqueza que me caracteriza. Sí le concedo que tengo deudas de lecturas, como cualquiera que habite en este mundo de hoy, en el contexto de sus innumerables —aunque siempre mediadas— posibilidades informativas. Entre las lecturas que no he hecho, por ejemplo, se hallan sus textos.
Lo primero que salta a la vista en su misiva es la descalificación prejuiciosa de mi suficiencia como investigadora, evidentemente sin estar al corriente de mis trabajos. El hecho de que usted no conociera la “claridad” de mis ideas no quiere decir que no existieran. Y déjeme dilucidarle un punto antes de avanzar: no le “critico” ni un ápice a José Martí, ni a su obra literaria y gestión, en ese sentido de censura que parece ser su intención subrayar. No es esa mi labor. Lo estudio, lo contextualizo e intento explicarme sus sucesivos posicionamientos, inmerso, como se hallaba, en tiempo de violentos y contradictorios reajustes, suficientemente dinámico de por sí.
Sus palabras, además, ponen en tela de juicio la labor de otros investigadores, quienes, antes que usted —y que yo—, han trabajado esos asuntos. Por ejemplo, pretende adueñarse de la primicia en el estudio de la posición martiana dentro y frente al liberalismo —y el orden en que coloco los adverbios expresa conscientemente un decurso cronológico que defiendo. Asegura soberbiamente: “Todo esto […] lo había dicho yo antes”. ¿Antes, cuándo, señor Camacho? El documento más antiguo a que hace alusión la bibliografía con que acompaña su carta está fechado en 2006.

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