Reflexiones de Adriana Vega, de la Asociación Cultural José Martí de Argentina.
Por: Adriana Vega

José Martí en Argentina

Vasta y conocida por todos es la realización cultural y artística de la Revolución Cubana, cuyos logros están a la vista en cualquier manifestación a la que nos aproximemos. Consideramos que el sector más importante en el campo de las ideas de un país, es el cultural. El ser humano da a luz sus pensamientos sus impresiones interiores, una identidad personal, no sólo del pueblo de su infancia sino también de aquellos con los que comparte el idioma y las circunstancias. Las nuestras son las gestas independentistas parecidas o casi iguales a las lideradas por Maceo, Martí, Bolívar, San Martín, Artigas y Güemes en el siglo antepasado, contemporáneamente complementadas por el Che, Fidel, Camilo, Raúl, todo el pueblo cubano y otra vez José Martí, a quien honramos hoy en el 156 aniversario de su natalicio.

El artista es un hombre libre que va por el mundo cantando libertades y soñando su obra y la obra de arte más acabada, la empresa de más envergadura, el empeño más importante de la Humanidad, es lograr la Verdadera Independencia. Eso ha sido José Martí.

El hombre ansía, por sobre todas las cosas, no ser esclavo y la libertad es un propósito que está por encima de las demás aspiraciones.

El artista revoluciona lo conocido y lo recrea con aristas nuevas transformándose en auténtico creador cuando devela el misterio convirtiéndolo en poesía. Surge entonces una metáfora: en la Revolución Cubana, que acaba de cumplir su primer cincuentenario, los artistas políticos fueron Fidel y el pueblo. La Revolución es su más lograda poesía, cumpliendo el sueño de Martí.

Solamente en Cuba, considerando toda nuestra Latinoamérica, se ha llevado a cabo esta auténtica Obra de Arte que es la Verdadera Independencia, en tanto y afortunadamente Venezuela se empeña en sostener la República Bolivariana con ideas y espacios nuevos. Bolivia, humilde y calladita, también ha prendido la luz demostrando que a su paso, el Che de todos, activó el dispositivo.

Nosotros, argentinos, abordamos tímidamente la primera independencia, alcanzada como política y jamás económica. Tampoco ensayamos reconciliar la cultura y el impulso ético en que debe transformarse toda obra de arte, que es su consolidación. Tal vez diseñamos un boceto cuando nos lo permitieron, pero como seres culturales aún no pudimos realizar la obra mayúscula.

La voluntad de perfección, implícita en el verdadero artista, suele verse enturbiada por la mediocridad de las democracias burguesas que ofrecen pocas oportunidades, porque su eje central es la conservación, defensa y resguardo de las ideas capitalistas.

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