Tributo a Mario Oliva Medina: Latinoamericano Martiano
Por: Pedro Pablo Rodríguez

Hace una treintena de años conocí a un joven profesor que trabajaba en la Universidad Nacional de Costa Rica, en la ciudad de Heredia. Los recuerdos se me confunden: ¿fue en un congreso académico o fue cuando coincidimos en una estancia de investigación en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México?  

   No importa ahora dónde ocurrió el primer encuentro con aquel docente graduado de Historia en la misma universidad que le dio espacio para enseñar, que desde 1976 residía en Costa Rica y cuyo acento, sin embargo, denotaba su procedencia de más al sur de Nuestra América. Había nacido en Puerto Montt, en Chile, y vivió hasta su muerte hace dos días en la hermana nación centroamericana.  Laboró para todo el continente enseñando, escribiendo, compartiendo con estudiantes y colegas su amor, defensa y confianza en la patria grande.

   Desde 1984 impartió cátedra en los programas de licenciatura, maestría y doctorado en Estudios Latinoamericanos y pensamiento latinoamericano en la Facultad de Filosofía y Letras de su Universidad; ejerció como  vicerrector de Extensión de la Universidad Nacional de 2010 a 2015; y durante los cinco años siguientes dirigió el Instituto de Estudios Latinoamericanos de ese centro de educación superior.

   Por mucho tiempo afrontó con valentía y dignidad, sin cejar en su empuje por unir con amor a nuestros pueblos desde su historia y para el presente, con el cáncer que finalmente le provocó el fallecimiento. Nos dio así lección de entereza y entrega  hasta el final de sus días.

   Su obra escrita se ha publicado en revistas y libros especializados del continente. En los últimos años entregó varios textos sobre el exilio: Julio Escámez Carrasco: el largo exilio de un pintor americano y universal (2016); Exilio, insilio, cárcel y violencia: 1948-1952 (2017); Imágenes fugitivas, acordeón y visiones (2018); Exiliados, expatriados, integrados: chilenos en Costa Rica 1973-2018 (2020).

   Años atrás había enriquecido los estudios acerca de las luchas sociales costarricenses: Artesanos y obreros costarricenses, 1880-1914 (1984); 1º de mayo en Costa Rica (1987); Movimientos sociales en Costa Rica. 1925-1930  (1997); en coautoría Poesía de tema popular en el siglo XIX (1993).

  Los estudiosos de la obra martiana le agradecemos su libro José Martí en La historia y la cultura costarricenses (1995) primer estudio de esa naturaleza en el hermano país, donde, desde la presencia del Maestro durante los preparativos de la guerra de independencia de Cuba, se levantó una corriente de respeto y admiración hacia su persona. También le agradecemos su larga ejecutoria en favor de divulgar y estimular el estudio de Repertorio Americano, esa revista que, con verdadera heroicidad intelectual, publicó por muchos decenios Joaquín García Monge, quizás el más fiel seguidor de Martí entre aquellos costarricenses que oyeron y siguieron su prédica antimperialista, latinoamericanista y por el bien mayor del hombre.

    He perdido a un buen amigo, a un compañero de ideales; y el Centro de Estudios Martianos a un colaborador sistemático que con su ejemplo y entusiasmo contribuyó a los estudios en torno a Martí en Costa Rica. Para Mario Oliva Medina, desde La Habana, la rosa blanca martiana.