Cintio Vitier, patriota ejemplar
Por: Pedro Pablo Rodríguez

La cultura cubana ha reconocido desde hace mucho tiempo a Cintio Vitier como uno de sus pilares esenciales durante el siglo xx y los inicios de la actual centuria. Su amplia obra creadora en la poesía, el ensayo, la investigación, la crítica literaria, la novela y la edición justifican plenamente tal criterio. Escritor incansable, Cintio ocupó numerosas páginas en alrededor de una decena de revistas cubanas, varios de sus libros han sido impresos por editoriales extranjeras además de las cubanas, y otros se han traducido a otras lenguas. Poetas franceses como Valery, Rimbaud, Mallarmé Claudel fueran traducidos por él.

Su obra mayor, sin duda, fue su atenciòn permanente y privilegiada hacia José Martí, compartida con su esposa, Fina García Marruz, notable poetisa, lúcida ensayista y sagaz crítica literaria, al punto de que a veces se hace difícil establecer las fronteras entre ambos en el campo de los estudios martianos. Sin querer decir con ello que fueran estudiosos que se repetían o que transitaban exactamente por caminos semejantes en sus acercamientos al Maestro. Este fue para los dos el guía moral que presidió decisivamente sus conductas personales y sociales.

Cristianos verdaderos, practicantes del catolicismo más puro y personal, a mi juicio más por convicciones morales que por simple fe eclesiástica, Cintio y Fina sumaron a Martí a sus espiritualidades respectivas, a los quehaceres de sus vidas y lo convirtieron en el centro de su quehacer intelectual, en el guía moral de sus conductas y de sus nobles aspiraciones, y en el impulso permanente de un lúcido y personal patriotismo, de un amor mayor que fue Cuba.

El examen concienzudo y a fondo no cabe en las pocas páginas que permiten este sencillo y amoroso homenaje a Cintio por el aniversario cientocuatro de su natalicio, que se cumplirá el próximo día 25. Acto obligado, este del Centro de Estudios Martianos, institución de la que él fuera fundador junto con Fina, y en la que se amplió la labor ya inciada por ambos años antes en la Sala Martí de la Biblioteca Nacional.

En este Centro, creado, para orgullo nuestro, bajo las firmas de Fidel Castro y Armando Hart, hecho que nunca debemos olvidar, Cintio y Fina fueron sus puntales desde el principio y sus máximos impulsores bajo la dirección inicial de Roberto Fernández Retamar, quien apoyó siempre el osado deseo de Cintio de emprender la edición crítica de las Obras completas de José Martí, en la que aún hoy se empeña y se honra el equipo bajo mi dirección. Terminarla es nuestro deber por encima de todas las dificultades que nos rodean, para cumplir ese deber con José Martí, más también para con Cintio, cuyo sentido patriótico ante esa tarea magna debe animarnos hoy. Esa es nuestra manera de enaltecer a la patria y de contribuir a que los lectores y los estudiosos de Martí también sean de los buenos cubanos que logró reunir el Maestro en su época para hacer la república nueva y, aún después de muerto, a intelectuales como Cintio y Fina, por supuesto, que entregaron su talento, su sabiduría y su amor a la patria sin pedir nada a cambio.

Debo reconocer que si algo aprendí de Cintio y Fina fue esa entrega de su talento y dedicación a Martí, que como ya dije, fue su manera concreta de hacer patria, de honrarla y de pelear por ella libre, soberana. En este Centro tenemos, pues, una tradición de grandeza y entrega morales a Martí, que es decir a la patria.

Por eso hay que recordar con orgullo y espíritu de continuidad la entrega de Cintio Vitier y, por supuesto, también la de Fina, a esta institución de la patria, por encima de las dificultades, hasta por encima de nosotros mismos.

Ellos vivieron momentos personales difíciles, no pudieron continuar la hermosa labor de la Sala Martí, pero sin reservas se entregaron a este Centro en el que hoy nos enorgullecemos de su presencia siempre entre nosotros.

De Cintio hay que aprender la grandeza espiritual y moral que entrega el hacer patria, porque patria hizo con la revista Orígenes, porque patria hizo cuando nos entregó, entre sus muchos escritos, libros como Lo cubano en la poesía, Ese sol del mundo moral, o aquel opúsculo en momentos dificiles que tituló Nuestros balseros.

Los de alma mediocre, los estúpidos extremistas, los oportunistas, los que nunca comprendieron su altura moral, su basamento patriótico, la sinceridad y la eticidad de su práctica religiosa por encima de los dictados eclesiásticos, ya no los recordamos. Como Cintio me dijo una vez, no debemos tener odios ni rencores porque así nos hacemos daño.

Querido Cintio, desde este, tu Centro de Estudios Martianos, no solo te recordamos sino que tambíén te seguimos, queriendo contribuir en el hacer la patria mejor, al igual que a sus hijos que somos todos los cubanos.

18 de septiembre de 2024